En los últimos años, numerosos científicos han investigado sobre los cambios fisiológicos que la música produce en el organismo, como por ejemplo la aceleración o retardo de las principales funciones orgánicas (circulación, respiración, ritmo cerebral…), el incremento o disminución de la energía muscular, el aumento de la resistencia en actividades de alto rendimiento… Vamos a verlo con más detalle en 6 cambios clave:
Mejora el vocabulario.
Durante el entrenamiento musical para tocar un instrumento se establecen conexiones neuronales que mejoran también otros aspectos de la comunicación humana. De ahí que los niños con formación musical tengan un mejor vocabulario y capacidad de lectura. También explica por qué los músicos son capaces de escuchar mejor una conversación cuando hay ruido de fondo que el común de los mortales.
¿Música de fondo?
Tanto si reproducimos una canción de Lady Gaga como si optamos por un disco de música clásica, escuchar música mientras desarrollamos una tarea cognitiva -como estudiar o redactar un informe- reduce el rendimiento. Lo mejor en estos casos es el silencio.
Ritmo para hacer deporte.
Escuchar cierto tipo de música, fundamentalmente de los géneros rock y pop, ayuda a aumentar nuestra resistencia al ejercicio físico intenso hasta un 15%.
La música, por la izquierda.
El oído derecho recoge mejor los sonidos del habla, mientras que el izquierdo, responde mejor a la música. Incluso al nacer, el oído está estructurado para distinguir entre los diferentes tipos de sonidos y enviarlo al lugar correcto en el cerebro.
Buena para la circulación.
Escuchar música puede beneficiar al sistema cardiovascular tanto como hacer ejercicio o tomar ciertos medicamentos. Concretamente, analizando la respuesta de los vasos sanguíneos con ultrasonidos mientras escuchamos música, se comprueba que el diámetro de los vasos, medido en la parte alta del brazo, aumenta un 26% con nuestra música favorita. En contraste, la música que calificamos como estresante hace que los vasos se contraigan un 6%. Los experimentos mostraron también que escuchando canciones que invitan a reír los vasos sanguíneos se dilatan un 19%, mientras que la música relajante produce una expansión del 11%.
Con los ojos cerrados.
Cerrar los ojos aumenta el efecto emocional que nos produce la música. Un estudio utilizó música de miedo del estilo de la empleada por Alfred Hitchcock en sus películas, y comprobó así que la actividad de la amígdala, una zona del cerebro vinculada a la sensación de miedo, aumentaba mucho más con los ojos cerrados que si se mantenían abiertos.
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