¿Cómo cuidar la lavanda?
Si tienes una en casa o estás pensando comprar una, te recomendamos leer esta artículo antes y conocer los cuidados que requiere para mantenerla sana al tiempo que perfuma tu hogar. No necesitas mucha experiencia para tener unas lavandas florecientes e increíbles, basta seguir algunas recomendaciones básicas.
La lavanda es un arbusto con espigas florales delgadas y muy coloridas que requieren poca atención para florecer. Reconocida en todo el mundo por su aroma inconfundible y el tono violeta de sus flores, la lavanda es una de las plantas más vistosas para decorar interiores o para añadir color en tu jardín. También posee propiedades calmantes y su aroma es usado para reducir la ansiedad.
A pesar de su belleza, no se trata de una planta exótica, sino todo lo contrario: es habitual encontrarla en los campos de Francia y en México está presente en regiones de Guanajuato de forma silvestre. No importa si formas un macizo que rodee tu jardín o la tienes en macetas, la lavanda es una flor que da vida a cualquier espacio.
¿Sol o sombra?
Una de las preguntas más frecuentes cuando se trata de los cuidados de la lavanda es saber en qué parte de tu hogar colocarla para un óptimo crecimiento. Cuando está en jardín o exteriores, lo mejor es colocarla en el lugar que más sol reciba durante el día, pues sus necesidades de luz son altas y lo ideal es que esté expuesta al menos a 6 horas al sol directo.
La situación es un poco más complicada en interiores, donde deberás elegir el sitio que reciba más luz del exterior durante el día. Si notas que las flores comienzan a secarse o sus colores se tornan pálidos o grises, puede que su exposición al sol sea excesiva, en especial en climas secos. Elige un sitio con buena iluminación y rocíala amablemente cada dos días.
¿Qué tipo de tierra necesita una lavanda?
Lo más importante al plantar una lavanda es que la tierra tenga un buen drenaje y no acumule exceso de agua que puede echar a perder la raíz. Evita los suelos arcillosos y elige las superficies arenosas para una mejor filtración del agua que elimine la concentración de humedad.
Respecto al pH de la tierra, lo ideal para una lavanda es que se trate de una mezcla alcalina. Si notas que a pesar de todos los cuidados, tu planta se está poniendo amarillenta y seca, es muy probable que el suelo sea ácido y necesites añadir sustrato alcalino para cambiar su composición.
Cada cuánto y cómo regarla
La lavanda es un arbusto silvestre y por lo tanto, no es una planta muy exigente respecto al riego y puede adaptarse a la mayoría de climas templados.
Aunque la regla general es regarla una vez a la semana durante primavera y verano, mientras que en otoño e invierno basta con hacerlo una vez cada quince días, lo mejor es prestar atención a su apariencia para saber cuándo le hace falta agua: si está decaída, entonces necesita riego.
En los meses más fríos, la recomendación es regarla a plena luz del día para evitar que la humedad se acumule durante la noche y hacerlo directamente en el tallo sin mojar las flores. Otro parámetro será meter un palito de madera a unos 10 centímetros de profundidad y si al sacarlo está lleno de tierra, entonces el sustrato aún está húmedo. Si sale con polvo fino, entonces es momento de volver a regar tu lavanda.
Poda y fertilización
La poda debe ser discreta y cortar menos de la mitad del largo de cada planta exactamente después de su floración o cuando se aproxime el invierno para que vuelva a crecer una vez que llegue la primavera. Las hojas marchitas deben ser removidas cuanto antes para evitar que la planta gaste energía en ellas y pierda su capacidad de florecer.
Respecto a la fertilización, lo mejor es evitar cualquier clase de abono, pues la lavanda por sí sola puede mantener su florecimiento y olor característico. Sigue estos consejos y lograrás mantener a tus lavandas sanas y llenas de vida fácilmente.