Es muy importante tener una buena relación con tu mamá, ya que esto fortalece los lazos afectivos y mejora la salud emocional de la familia. El primer punto que hay que entender para sanar la relación madre-hijo, es que ser madre no es una tarea fácil y no hay que juzgarlas a la ligera si han cometido errores.

Para mejorar tu relación, te damos las siguientes recomendaciones.

Respeto: El respeto por tu mamá siempre debe ser una prioridad, respeta su espacio, tiempo, gustos y preferencias. Si eres madre, empieza por respetarte a ti misma, es más fácil que te respeten cuando tú misma lo haces.

Olvida: Tu mamá es la persona con la que más historia tienes, esto significa que ambos conocen su vida, sus aciertos y errores. Cuando hay una discusión, se conectan cosas del pasado que se suelen sacar en el momento para defenderse, lo que se traduce en reproches innecesarios. Evita estas situaciones tratando de no sacar cosas del pasado, respira y piensa antes de hablar. Enfócate a la situación actual y no mezcles cosas.

Dile que la quieres: Pocas veces se expresa este sentimiento hacia la madre. Está tan cerca que se da por hecho que ella lo sabe, pero hay que decírselo porque a ella le gusta escucharlo. Dile cosas bonitas como que bien te ves hoy, que rico cocinas o me gusta platicar contigo. Abrázala, bésala, consiéntela.

Piensa en positivo: “La energía fluye donde está tu atención” es un proverbio hawaiano, así que enfócate en las cosas positivas de tu mamá y verás que te conectas mejor con ella.

Cambia: Siempre se exigen cambios a los demás, para lograrlo tienes que cambiar primero tú. Cuando haces cambios en alguna conducta, éstos tienen efectos en las personas a tu alrededor. Si llevas a cabo alguno de estos cambios vas a ver respuesta en tu madre indudablemente.

No juzgues a nadie hasta haber caminado una milla en sus zapatos. Tanto si eres la madre o la hija, trata de entender que ambas provienen de distintas generaciones y tienen que enfrentar distintas circunstancias y problemas. No temas en ser la primera en acercarse y tratar de resolver el conflicto.

No cierres la comunicación. Incluso en las buenas relaciones, muchas veces asumimos que la otra persona sabe lo que pensamos o sentimos, cuando en realidad no es así. Ni madres ni hijos pueden leerse la mente. Sé claro y di lo que piensas, para evitar malos entendidos. No olvides la importancia de saber escuchar.

No ocultes resentimientos y trata de resolverlos lo más pronto posible. Cuando callamos, albergamos resentimientos que con el tiempo, sólo crecen y empeoran la situación. Elige tus batallas y aprende a perdonar. Recuerda la analogía de Buda, cuando decía que negarse a perdonar es como esconder una brasa encendida en el puño de la mano, para arrojársela al enemigo. La única que se quema eres tú.

Sé realista. Muchas veces esperamos que nuestra madre sea “Súper Mamá”, y que jamás se enferme, dude o cometa errores. Como madres, quieren que sus hijos puedan hacer todo aquello que ellas no pudieron, y caen en la trampa de que nada de lo que hacen les parezca suficiente.

Respeto, límites e individualidad. Una buena relación entre madre e hijo no implica que los dos estén de acuerdo en todo. Cada individuo tiene su punto de vista y no es necesario pensar igual para estar juntos. Si sabes que a tu madre, o a tu hijo, no le gustan ciertas cosas, no trates de imponérselas.

 

Practica estos consejos diariamente y verás que tu relación con tu madre, o con tus hijos, se mantiene armoniosa y viviendo momentos que se quedarán en tu memoria para siempre.

 

Fuente: lostiempos.com